Toda estructura ha de apoyarse necesariamente en el terreno natural, que debe considerarse un material más de los que la conforman.
Los suelos o las rocas no pueden resistir las mismas tensiones y deformaciones que otros materiales antrópicos, como el hormigón o el acero, por tanto resulta necesario dotar a la estructura de unos elementos de transmisión (cimientos) que repartan y lleven al terreno natural tensiones que sean compatibles con su resistencia y deformabilidad.
El proceso de diseño de una cimentación requiere de forma imprescindible y legamente necesaria según el Código Técnico de la Edificación, de un estudio geotécnico. Este debe determinar de forma segura y fiable las tensiones de hundimiento y, por aplicación del coeficiente de seguridad, las tensiones admisibles.
Del mismo modo, el estudio geotécnico deberá calcular las deformaciones producidas por las cargas y analizar si tales desplazamientos son tolerables por la estructura.